Querido Cupido:
Siento si te
decepciono, pero no te escribo para declararte mi amor, ni mucho menos, sino
para realizar una pequeña petición. Creo que últimamente has estado haciendo un
pésimo trabajo, vamos, que no aciertas ni una. Y quiero dejar constancia de que
esto no es nada personal, no es porque decidieras que “él” no me iba a
corresponder, que al fin y al cabo ya le olvidaré.
Por otro lado,
estoy indignada porque me has causado terribles problemas de insomnio,
concentración, locura, falsas ilusiones y repentinos ataques de “¿y si…?”. Y
esto no está bien, Cupido. No he hecho más que comerme la cabeza pensando por
qué me haces esto, lo que yo quería esa tan fácil como tirar una flechita de
nada. La verdad, opino que tirar flechas no es muy complicado; ¡te querría ver
yo a ti estudiando tres temas de biología! Pero, bueno, que no estamos hablando
de mí, sino de ti.
A veces me pregunto
por qué todos confiamos tanto en ti, ¡por Dios! ¡Si solo eres un bebé! No
debería ser ni siquiera legal que trabajases. Y para colmo, encima vas por ahí
medio desnudo y con pañales. Vamos a ver, si no puedes controlar tus
esfínteres, ¿cómo vas a acertar en el complicado mundo del amor? Te diré una
cosa: hay quien dice que los llevas porque siempre la cagas. No sé tú qué
opinarás, pero sea la hipótesis que sea, todo nos indica que no tienes ni idea
del amor. Aunque solo es una opinión, no te me ofendas.
La duda que me
asalta ahora mismo es por qué te ocupas de nuestra vida sentimental si tú no
tienes ni la típica novia de guardería. ¿O es que la tienes pero no lo haces
público? No, si será que al final eres como el resto de los hombres, aunque
todavía no tengas ni barba ni voz de camionero. Aunque claro, eso no influye
para que vayas por ahí rompiendo corazones, ya que fuiste tú el que rompió el
mío, y no “él”. Sí, lo estoy afirmando; eres tú el que tiene toda la culpa de
que las parejas no funcionen. Supuestamente tú debes escoger a dos personas que
encajen y juntarlas, y no dejar que la gente se enamore de alguien que no les
va a corresponder, pero ¿qué pasa? El pequeño Cupido se equivoca, demasiadas
veces. Estamos de acuerdo en que eres humano, y todos cometemos errores, pero
en este caso creo que nada puede disculpar tu actitud.
Otra cosa. Ya sé
que estoy de lo más preguntona y que te he dicho bastantes cosas que tal vez te
resulten ofensivas, pero entiende que utilice la regla del ojo por ojo, que tú
también me lo has hecho pasar mal. Bueno, que me disperso. La pregunta es muy
sencilla y espero que, por todo lo que ha pasado, me respondas sinceramente:
¿lo haces a posta? Es decir, por ejemplo, se te rompe un juguete de los tuyos
¿y vienes a divertirte con nosotros, con los pobres humanos de a pie? Te
volveré a ser sincera: creo que esto no va mucho contigo, pero todo hay que
preguntarlo; ya sabes, para no quedarnos con la duda.
Para finalizar,
esta carta de no-amor te diré, querido Cupido, que espero de todo corazón que
enmiendes todos tus errores, por lo menos conmigo, y tomes cartas en el asunto.
De lo contrario, me veré obligada a hablar con tu superior Eros y no creo que
te guste que te quiten la licencia de tirador de flechas, con todo lo que sé
que te costó aprobar el psicotécnico. Puedes entender esto como un chantaje,
que en realidad es lo que es, no te voy a engañar.
Espero que tengas
en cuenta mi humilde “petición”.
Un corazón roto
ADRIANA ROLDÁN. 1º BACHILLERATO C